Qué fácil es quedarse en el sofá mirando la vida pasar; dejar pasar el tiempo y arrepentirse de lo que uno pudo ser y no fue, lamentarse de los errores cometidos y pensar que todo podría haber sido mejor. Qué fácil es llorar sobre una cama, mojar la almohada y creer que todo está perdido; desvanecerse en cada atardecer, culpar al universo por no haber alcanzado Venus, por no haber avistado el sol, por no haber sido capaz de volar hasta Marte.
Pero si todo eso te adolece, es hora de cambiar, porque el
amor no se cronometra, se vive; porque tú eres dueño de tu destino, y solo de ti
depende cambiar aquello que no te gusta, convertirte en tu mejor versión. Volar
a contracorriente nunca fue sencillo, pero si no lo intentas, nunca sabrás lo
que te espera en la otra orilla.
Y aunque pienses que el tiempo juega en tu contra, él será
quien te acompañe toda tu vida, quien te dé lecciones cuando las necesites,
quien te enseñe el verdadero valor de vivir. Sólo con su esencia aprenderás que
todo llega y todo se va, que todo cambia, se transforma y no lo podrás evitar;
pero como una ola gigante, puedes ir a por ella y surfear entre su energía o esperar
que su fuerza bruta te arrastre y perturbe tu equilibrio.