¿Cuántas veces nos hemos equivocado a lo largo de la historia? ¿Cuántas veces hemos errado por nuestro propio egocentrismo? ¿Cuántas veces nos hemos creído ser el centro del universo?
Podríamos decir que cada uno de nosotros somos nuestro
propio centro y tendemos a pensar que todo debe girar en torno a nosotros,
creemos, como llevamos haciendo como civilización durante siglos, que somos el
punto más céntrico sobre el que todo se forma. Este geocentrismo nos impidió
durante años descubrir la verdadera realidad, abrir los ojos y darnos cuenta de
que somos nosotros los que nos movemos, los que debemos girar para que tengamos
noche y día, para que todo fluya. Sin embargo, si ya en aquel entonces muy
pocos fueron los que de verdad creyeron en esa posibilidad dejando a un lado su
ansiedad de ego propio, ¿cómo vamos a pretender que hoy por hoy hayamos
aprendido de este error tan genérico y humano y seamos así capaces de ver el
mismo hilo de unión desde otro punto de vista?
Así como un ombligo nos creemos ser el sol en el universo y
aún si así fuera, seguimos pretendiendo concebir este universo como finito,
seguimos ciegos en esta oscuridad sin ser capaces de observar las estrellas que
tan cerca nos acechan. Porque para cada uno, su vida es el sol sobre el que
giran los segundos, las personas, los hechos…, pero un día te darás cuenta que
cuando este sol deje de brillar, habrá otro que de luz y calor con más fuerza,
porque sólo la naturaleza y el tiempo nos hace ver lo pequeños que somos.
Recuerda que cada uno puede ser el centro de su propio universo, pero ahí fuera, hay millones de universos como el tuyo.
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