El reloj marca la salida del infierno y volver a casa se supone que es la escapada al paraíso, pero otro ascensor marca la distancia con el vecino. En tu bolsillo tienes las llaves, pero no siempre aciertan con la cerradura. Buscar una copia en casa de tu familia tal vez no es buena opción, y es que no siempre hay gente en casa, por lo que que decides aprovechar ese tiempo para relajarte con los amigos. Sabes que tras unas copas abrir esa cerradura será más complicado, que tomar el ascensor a la planta correcta será menos visible, pero el humor con el que te lo tomarás, hará que al menos el esfuerzo, a pesar de ser mayor, parezca menos pesado.
Pasarán las horas y terminarás haciendo exactamente lo mismo que el día anterior e incluso si te descuidas bajarás a la planta más baja; pero... ¿sabes lo bueno de tocar fondo? Que ya no puedes caer más bajo; todo lo que venga al día siguiente, será mejor y solo puedes pulsar un botón que te lleve una planta más arriba, tal vez dos o cien... la cuestión es que no es tan malo dejarte caer; si con ello encuentras las fuerzas para levantarte con más ganas.