Tu vida es como una ecuación, una igualdad matemática compuesta por dos expresiones. Conocerte no es difícil si aprendiste del maestro; pues resolver la x es la cuestión.
Esta incógnita ni tú misma sabes el valor; pero comienza el examen; verás que los corchetes desaparecen a medida que avanzas, que las divisiones, si las cambias al lado opuesto se convierten en multiplicaciones. Todo depende de qué perspectiva quieras tomar. Si algo te resta valor, cámbialo al otro lado de la expresión y se convertirá en la suma que necesitas. No subestimes el valor de esa raíz cuadrada, pues si sabes jugar con ella, podría ser quien potencie lo que eres.
Al final de la ecuación el resultado siempre será el mismo; esa x despejada que encontró su valor real. Así es la vida; una ecuación a resolver en lo que lo importante es encontrar tu propio valor, eliminando los paréntesis, convirtiendo las restas en sumas y consiguiendo que lo que parece dividirse te multiplique.
A veces, nos olvidamos de nosotros mismos en la oscuridad de la noche; pero en algún momento alguien nos regala su luz más brillante. Que el resultado de todas tus operaciones sea infinito.
A veces, nos olvidamos de nosotros mismos en la oscuridad de la noche; pero en algún momento alguien nos regala su luz más brillante. Que el resultado de todas tus operaciones sea infinito.
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