Esta vida es como
el deporte; no podemos pretender ser buenos en algo si no nos entramos día a
día. Hacer ejercicio nos ayuda a liberar tensiones, eliminar todas nuestras
impurezas y respirar profundo de nuevo. Coges aire ante el esfuerzo para después
soltar todo aquello que sobra dentro de ti. Inspiras y coges el aliento que te
hace falta para llenarte por dentro.
A veces dejamos
de practicarlo por pereza, por comodidad, pero cuando volvemos a hacerlo es un
soplo de aire fresco que te inunda y se convierte en una adicción. Ya no puedes
dejar de hacerlo, necesitas más velocidad, más actividad para alcanzar la meta
y, poco a poco, te das cuenta de que cada vez cuesta menos y es más
satisfactorio.
Hace tiempo
empecé mi propio entrenamiento y ahora puedo decir que saque todo aquello que
me llenaba de odio, de ira, de rabia, de pena y empecé a llenar mis pulmones de
paz, calma y amor; amor propio y amor por quienes día tras día siguen a mi lado
con esa botella de agua, pendientes de mi sed, con esa toalla, atentos a mi
sudor.
Hoy mi
respiración es más fuerte que nunca, hoy mi deporte se convirtió en mi
descanso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario