miércoles, 7 de abril de 2021

Una rosa

Es fácil ver la hermosura de una flor tan sensual, sus colores vivos que te envuelven, su olor fresco y la suavidad de sus pétalos en forma de corazón. Una rosa representa el amor tradicional, la ternura, el cariño, la pasión, pero para que florezca con ese tacto y nos embelese con su fragancia hay que cuidarla, regarla, cortarle las espinas de sus tallos y no dejar que se marchite. Una rosa es esa flor que muchas querríamos ser, deseada por muchos, agradable de ver, pero también más complicada de mantener y, al final, aunque su recuerdo sea encantador, no es más que una rosa.

Sin embargo, si hablamos de un cactus… no hay planta que se le asemeje y, aunque no levante pasiones como las rosas, no son seres vivos tan delicados y con poco que les cuides, se mantienen fuertes. No se marchitan y no se les cortan esos pequeños pinchos que les hacen casi inalcanzables, intocables. A veces se ven acompañados de una flor que resalta entre su verdor y eso hace que destaque por encima de cualquier otra.

Una rosa es el prototipo de flor que a todos les gusta, y pese a que siempre he querido ser una más en ese rosal, hoy prefiero ser el cactus fuerte que no depende de nadie para sobrevivir, que no tiene miedo a marchitarse, que no necesita que le rieguen día tras día para mantenerse vivo, y con una pequeña y adorable flor entre sus adorables pinchos es capaz de seducir y destacar más que aquella típica rosa que siempre nos intentan vender, aquella flor que si no tienes cuidado, te puede pinchar.




jueves, 1 de abril de 2021

Evaluación continua

Aprendemos de cada caída que debemos mirar bien donde pisamos, que debemos mirar hacia delante para ver los obstáculos, que debemos esquivar las piedras del camino si es posible, los charcos que nos mojen y las zonas resbaladizas. Nos ponemos un buen calzado, pero a veces, la caída es inevitable y seguimos sin entender que cada paso que damos siempre es diferente del anterior y por mucho que ya sepamos, nunca dejamos de aprender.

Nacemos siendo meros aprendices de nuestros padres, de nuestros profesores y, con el tiempo, seguimos aprendiendo de nuestros jefes, de nuestros amigos, de un vecino o incluso de un mero desconocido; pero así nos vamos haciendo más fuertes y preparando para lo siguiente. No importa cuánto creamos saber, porque siempre habrá alguien dispuesto a darnos una lección y de nosotros depende estudiar para aprobar ese examen. Porque la vida es una evaluación continua en la que nos examinamos día tras día y en la que cada conocimiento que no adquiramos, supondrá una derrota. No pretendas llegar al final del curso y aprobar sin haber ido aprendiendo con cada clase magistral.



Lasaña de verduras

Tantos miedos e inseguridades, tantos complejos del pasado y otros tantos que conviven en mi presente; pero... ¿cuántos de ellos formarán pa...