Mundo perruno

Dicen que  los perros se parecen a sus dueños, pero ¿cuánto se parecen los dueños a sus perros? Y es que nos encanta un buen cocido, nos deshacemos ante unas cosquillitas y somos mimosos a cual peor. Sabemos camelarnos a quien queramos con una mirada y nuestra expresividad es lo que nos delata. Si algo nos molesta, nos indignamos. Si algo nos gusta, insistimos. Si algo nos hace felices, nos volvemos locos de alegría, pero si algo nos da miedo… huimos despavoridos.

Solemos ser muy delicados con nuestra salud y necesitamos de mucha atención. Nos apasiona salir de paseo y conocer lugares nuevos y una de nuestras grandes pasiones es la comida, pero a pesar de todo, no somos rechonchos, somos menuditos, pequeñitos pero adorables. Somos confiados por naturaleza y solemos llevarnos mordiscos por el camino, pero eso no hace que cambiemos.

Somos remolones, valientes, revoltosos, cabezotas los que más, pero por todo esto se nos quiere. Cualquiera que nos conozca, sabrá que somos almas gemelas y que solemos picarnos fácilmente cuando nos hacen de rabiar, pero también una caricia a tiempo nos devuelve a la tranquilidad. 

En bucle

 ¿Sabes esa sensación de estar en las nubes y regresar al hoyo más profundo de la tierra? Pues así es esta atracción que vivo una y otra vez, como si el tiempo se parase y hubiese entrado en un bucle infinito. Creer que las cosas pueden ser diferentes cada minuto que se reinicia para darte cuenta de que la historia se repite una y otra vez.

Lo que podría parecerme una noria, a día de hoy es una montaña rusa de la cual no puedo bajarme. Pero lo peor es saber que tu atracción es made in China, tener la impresión constante de que en cualquier momento un tornillo se puede caer y desmoronarse todo, que una tara de fábrica puede hacer que todo se desvanezca. Ese miedo constante es lo que nos hace humanos.

Así como si fuera un juego, no tengo claro de ser la jugadora que debe ganar, ni si quiera si realmente quiero ganar, pero tengo claro que no quiero ser un zombie para seguir en pie, por lo que si se puede reiniciar el bucle, también se puede rebobinar. Hagamos que salir del hoyo sea el principio para llegar hasta las nubes una y otra vez.