Porque nuestro presente es el bien más preciado, porque cada paso que damos supone una huella imposible de borrar y de nosotros depende su silueta. Si te planteas un cambio, ahora es el momento. No existe un mañana, no existe un ayer, simplemente hay que pensar en el ahora y no rendirnos nunca.
Respira hondo y levanta las manos, porque tal vez hoy no, pero mañana, puedas alcanzar el cielo. Nada te va a devolver los segundos perdidos en ese océano, pero puedes aprender a navegar en el mar, a surcar las olas cuando se avecine la tormenta; porque el tiempo es cambiante, y a veces, el sol se esconde para que le echemos de menos, para que apreciemos su luz y su calor. Así, cuando regrese la calma, valoraremos más aquella estrella brillante.
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