A veces, nos obcecamos en aquello tan superficial, en lo que es visible a la humanidad, pasando por alto aquello no tan perceptible a nuestros ojos, esa luz que nos negamos a ver; pero eso no quiere decir que haya dejado de existir.
Siempre se valora más aquello que nos es difícil de lograr, por eso, cuando deja de llover y el cielo se despeja, parece que los rayos calientan más; pero no todo lo que reluce es oro; ni todas las perlas que caen nos mojan.
Así que asómate al balcón, y deja que el diamante en bruto, sea cual sea, te enriquezca y conduzca cada día como si fuera el primero del resto de tu vida. No temas al presente; es tu bien más preciado y depende sólo de ti transformarlo en tu pasado; que el futuro siga teniendo algo bueno que contar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario