Mantienes una velocidad constante pero eso te aburre; así que decides pisar fuerte el acelerador. Ahora tu coche ruge con fuerza, pareces imparable, pero de pronto, un semáforo en rojo te hace pisar el freno. Reduces la marcha y STOP. Unos segundos más y vuelves a arrancar.
Observas la carretera, y pones rumbo a tus vacaciones tan deseadas. Bajas esa ventanilla y sientes la brisa; en la autopista no hay pasos de peatones. Llevas el cinturón bien abrochado, una buena música para amenizar esta marcha y decides poner velocidad de crucero; pero... no te olvides que los radares existen y a veces, correr no hará que lleguemos antes.
Decides hacer un alto en el camino para repostar, pero al intentar arrancar tu coche; el motor ya no funciona. No desesperes, siempre hay grúas y talleres; pero si no tiene arreglo, cambia de transporte y no permitas que un fallo de mecánica arruine tu excursión.
Lo importante de esta vida es llegar; el cuándo y el cómo, suceden cuando menos te lo esperas.
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