sábado, 9 de mayo de 2020

Limonada

Hasta el silencio es capaz de entenderse, porque no siempre se necesita hablar para ser capaz de escuchar aquello que no se pronuncia. No es necesario mover los labios si quiera para comprender lo que su alma anhela gritar. Y entre silencios se sienten; y ni aún viendo sus rostros, son capaces de palpar el miedo, experimentar la tristeza, la ansiedad, padecer su mismo dolor o incluso percibir sus emociones más distantes. No importa los golpes si tienes quien sane tus heridas.

La vida es como una semilla, la plantas con mimo y cariño, y la riegas día a día, la constancia es lo que hace que ese árbol crezca, y tu perseverancia la que hace que la espera valga la pena. A veces esa semilla puede no dar el fruto esperado, pero ante la adversidad, hay que abrazar soluciones. A un árbol puedes arrancarle una rama, que seguirá creciendo. Puedes robarle sus frutos, seguirá dando más. Y aunque cortes su tronco de raíz, ya habrá germinado y esparcido sus semillas, que hará que florezcan nuevos árboles. Lo importante es dejar huella, germinar los corazones de la gente, y que tu semilla sea el principio de un ciclo sin fin.

Si la vida te da limones, haz limonada.



Porque no es fácil encontrar quién comparta contigo algo tan profundo, quien te ayude a escribir cuando a veces no tenemos ni si quiera esas fuerzas. Porque siga brillando esa luz y los silencios se conviertan en el motivo de una llamada cuando sobran las palabras.

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