Errar es humano y sí, me equivoqué muchas veces, me dejé llevar por los demás; escondí mi naturalidad por gustar a otras personas y así, fui perdiendo mi sonrisa, mis ganas de vivir, mi esencia cierto es. Por eso mismo hoy lucho día a día sin cesar por todo lo que quiero, por todo lo que valgo y lo que soy; y en especial, por hacerme valer. Ahora mi autoestima está por encima de cualquiera, porque quien te quiere, te considera un tesoro que proteger.
Así hoy puedo decirle a quien me encerró en esa cárcel que soy más libre que nunca y que entre rejas aprendí que aquellos que te aprecian no te abandonan a la primera de cambio, ni te ahogan si no sabes nadar. Aquellos que están no necesitan decirlo, porque se les siente.
Aquel que te acompañe en tu camino de forma sincera, aquel que te guarde como oro en paño, siempre permanecerá a tu lado dándote la mano por si la necesitas, nunca estará delante poniéndote la zancadilla ni decidiendo tus pasos. Recuerda bien esto, porque querer no significa atar, sino libertad.
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