Año tras año analizo todo aquello que estaba conmigo y aún hoy permanece a mi lado, pero también aquellas cosas que pudieron ser y no fueron, aquello que se escapó de mis manos, y no hay una sola vez que no vea que mis decisiones fueron acertadas. Lo que hoy me despierta con una sonrisa es consecuencia de ellas. Aquello que un día pudo herirme, en esta mañana no tiene poder si quiera para ensuciar mi rostro.
Y aunque a veces cueste
ver el lado bueno de las cosas, he de decir que la experiencia me enseñó que
todo lo que me rodea es porque tomé un camino. No negaré que hay días en que
pienso en cómo habría sido si hubiera cogido otra ruta, pero también estoy
segura de que entonces no habría llegado a donde estoy ahora mismo.
Por todo ello sé que quien
se fue es porque no me merecía, que quien me lastimó es porque no supo nunca
valorarme y que todas las zancadillas que me hicieron tropezar me han hecho
levantarme con más fuerza. Quien nunca se cae, cuando llegue el precipicio no
sabrá volar, por lo que no temas si encuentras dificultades; ellas te darán las
alas cuando de verdad las necesites.
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