La vida me ha enseñado que nadie nace sabiendo, que por muchas experiencias y muchos años vividos, siempre hay cosas que aprender. Me ha enseñado que la victoria, si es fácil, no se saborea, que todos fracasamos en algún momento y el éxito es seguir caminando hacia delante; que los problemas se solucionan hablando, actuando, comprendiendo el origen y no desistiendo en encontrar su solución.
La vida me ha enseñado que el tiempo es muy corto para echar
de menos, largo si nos perdemos y propio para cada uno, porque depende en qué
lado de la puerta estés, los segundos parecen horas o las horas transcurren a
la velocidad de la luz. Así, podemos convertir los momentos tenebrosos en un
rayo de esperanza que como esa estrella polar te guíe hasta llegar a tu meta.
La vida me ha enseñado a no tener prisa porque pase, a no
perderme el ahora, que si corro me tropezaré y si me quedo quieta, me congelaré
cuando llegue el invierno. Ahora dejé de buscar lo que no tengo. Porque los
sueños, solo son eso, sueños, pero la realidad es la que merece la pena
aprovechar.
Ahora sé que no sé nada, pero saberlo me hace entender el
significado de la vida.
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