Días en los que sientes que dejaste de sentir y tienes miedo; un miedo que se apodera de tu mente, o lo que es peor, miedo a dejar de tener miedo. Cada día amanece, pero del mismo modo que nace algo, cada día anochece y muere el tiempo entre sus rayos. Dejaste de creer y lo peor es saber que ya no sabes nada. El futuro incierto te atormenta y; al mismo tiempo es capaz de liberarte del yugo de los planes. El control del presente desaparece entre tus dudas y el vaso ya ni si quiera está visible. No importa si su contenido se derrumbó o no, porque simplemente ha dejado de ser. Y es que a medida que me voy encontrando, me pierdo más; y aunque avances; sabes que es una cuenta atrás de la que nadie puede escapar.
¿Y que pasará cuando no duela, cuando no exista el miedo, cuando te encuentres? Nadie sabe cuando la anestesia te hará efecto, pero todos somos conscientes que nunca da tiempo a terminar la cuenta atrás. Y si no despiertas, será un sueño interminable, pero... ¿Acaso es posible soñar eternamente? Y entre tanto, empiezo a olvidar todo aquello que aprendí, camino despierta buscando no dormirme en los laureles, refugiándome en la ignorancia para evitar redescubrirme. Y es que si ni me soporto yo misma, si no soy capaz de saber ni qué quiero comer mañana, si voy siempre en dirección contraria... ¿cómo voy a encontrarme tan pronto?
Y si hace falta un cambio para no reconocerme, tengo en mis manos al mejor estilista dispuesto a ello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario