En la vida existen distintos tipos de personas. Por un lado están aquellos que viven sin límites, sin frenos, sin vergüenza, con intensidad, con energía, sin pensar... Por otro, están los que viven pensando.
¿Y en qué pensamos? Hay millones de personas que viven de pensamientos existenciales, con miedos e inseguridades, con angustia por encontrar respuestas, con ansia de conocimiento y tristeza ante la frustración de no hallar dicha sabiduría. Hay otros que viven pensando en el pasado o en el futuro y se pierden su propio presente sin darse cuenta de que olvidan lo más preciado, el presente.
Hay gente que simplemente no vive, no porque no quiera, sino porque no sabe vivir. Desconoce el significado de esta palabra o malinterpreta su significado; la mayor parte de las veces de forma inconsciente.
Todos deberíamos asistir a la escuela de la vida; pero si no tuviste la oportunidad, nunca es tarde para matricularse. Porque vivir es saborear cada segundo como si pudiera ser el último, disfrutar del propio aroma de la felicidad, visualizar cada detalle como si fuera el más importante, alcanzar las estrellas cuando la oscuridad te atrapa y escuchar solo los latidos y pensamientos que uno necesita. Te acostumbraste a vivir con el resto de la humanidad, pero... ¿aprendiste a vivir contigo mismo?
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