miércoles, 29 de abril de 2020

Eje central

Un cristal te separa de la vida, sigues con la mirada el vuelo de los pájaros, cierras los ojos y sientes su libertad por un instante. El viento te penetra como un soplo de aire fresco. Desde allí arriba todo parece minúsculo y nada tiene importancia. No distingues los detalles, pero alcanzas a ver más allá del horizonte. Te posas sobre un árbol y te camuflas entre sus hojas.

Alzas tus alas y de nuevo a volar. Al principio tu vuelo es bajo, corto y precisas de otras aves que te enseñen a subir a lo alto; pero con el tiempo, atraviesas las nubes, densas a veces, tanto que crees que nunca verás el cielo, pero ellas también siguen su camino.

Divisas un balcón a lo lejos, un cristal empañado y lanzas tu cantar al abismo. Sólo aquel que es capaz de sentirte cierra los ojos para oír tu voz y tu canto llega hasta sus oídos. No importa el cristal, cuando puedes soñar; no importa la distancia cuando ella os unió más. Si pensaste que el mundo se te caería encima, te equivocaste. 

Hoy puedes darle la vuelta al mundo que éste mantendrá su equilibrio. Hoy se fijó su eje central...


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