Y entre la multitud una mirada azul cielo se torna para calmar mi ansiedad cuando mis pulsaciones se disparan. Y entre el ruido de los flashes reconozco una voz capaz de silenciar al resto. Y entre la luz cegadora de las cámaras encuentro un punto de equilibrio, paso al frente y camino con seguridad. Mis extremidades se mueven solas, con firmeza, mi cabeza bien alta, mis ojos me transforman en esa gata con ganas de sacar las uñas si me ladran.
martes, 26 de mayo de 2020
La pasarela
Como un pollito que acaba de salir del huevo le cuesta romper el cascarón; como una hormiguita que trabaja día tras día para tener alimento durante el invierno, como ese pez en el fondo del océano que huye de su depredador para sobrevivir entre tanto animal, como ese ser humano desnudo en medio del bosque. Así recorro la pasarela entre fotógrafos observadores, temiendo dar un paso en falso, nerviosa por si tropiezo.
Y entre la multitud una mirada azul cielo se torna para calmar mi ansiedad cuando mis pulsaciones se disparan. Y entre el ruido de los flashes reconozco una voz capaz de silenciar al resto. Y entre la luz cegadora de las cámaras encuentro un punto de equilibrio, paso al frente y camino con seguridad. Mis extremidades se mueven solas, con firmeza, mi cabeza bien alta, mis ojos me transforman en esa gata con ganas de sacar las uñas si me ladran.
Y entre la multitud una mirada azul cielo se torna para calmar mi ansiedad cuando mis pulsaciones se disparan. Y entre el ruido de los flashes reconozco una voz capaz de silenciar al resto. Y entre la luz cegadora de las cámaras encuentro un punto de equilibrio, paso al frente y camino con seguridad. Mis extremidades se mueven solas, con firmeza, mi cabeza bien alta, mis ojos me transforman en esa gata con ganas de sacar las uñas si me ladran.
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